Caracas

Reconozco que tuve la tentación de cancelar el vuelo, después de hacer puenting sentí que ya había cubierto mi cupo de actividades riesgosas del año. Me llegaban informaciones escalofriantes de un amigo caraqueño y todo apuntaba a que íbamos a perder el viaje. Al final nos armamos de valor, mejor dicho, ME armé de valor porque la miedosa soy yo.

Siempre piensas que los demás exageran cuando te hablan de los peligros de una ciudad, desgraciadamente en este caso no es exageración.

Realmente, si vas con quien sabe por dónde ir y a dónde llevarte con las precauciones necesarias no tiene por qué pasarte nada. Eso hicimos, contratamos un servicio de traslado seguro con recogida en el aeropuerto, paseo turístico por la ciudad y regreso al aeropuerto.

Los aviones medio vacíos y los venezolanos con cara de sorpresa y preocupación preguntándote qué vas a hacer en Caracas aumentaban mi nivel de ansiedad. «Id con mucho cuidado» es la frase que más hemos oído después de «no vayáis, no hace falta que corráis riesgos».

Desde el momento que pasas por migraciones el instinto te hace estar alerta: no hay cola. ¿En qué aeropuerto de ciudad capital no hay colas?

Quedamos en la salida de migraciones para que nos recojan y de ahí salir a conocer la ciudad. Aparentemente, es un acto sencillo: salir, buscar un cartel con tu nombre y montarte en un coche. Eso sería lo normal en cualquier otra ciudad. En Caracas no, en Caracas te estás comunicando vía WhatsApp para quedar en un punto concreto, minutos después aparecerá un señor con tu nombre en un cartel. Dejará a la vista el cartel durante aproximadamente 30 segundos y te acompañará apresuradamente al coche. Más tarde nos contaron el motivo: los secuestros. Si alguien ve escrito un nombre en un cartel va a coger un folio en blanco y va a escribir el mismo nombre. Tú, persona ingenua, irás con la primera persona que veas con con tu nombre escrito. A partir de ahí la imaginación es libre.

Superada esa fase, fuimos a uno de los lugares que más me gustó: El Hatillo. Con aire antiguo y pastelerías, bares y restaurantes con comidas de morirse.  Me extrañó mucho que las personas pudiesen pasear tranquilamente… Eso es, tiene truco y se llama guardaespaldas en cada esquina. Cada vez que me contaban algo nuevo se me encogía el estómago.

Es impactante saber que muchos de los comercios no abren hasta las 11 de la mañana porque no tienen suficientes existencias para aguantar hasta la próxima entrega. Si abren menos horas, aguantarán más tiempo abastecidos.

Como la necesidad agudiza el ingenio, ¿cómo no va a haber mercado negro de bienes básicos? Día tras día, cientos de caraqueños hacen cola para comprar pan y después revenderlo a precios desorbitados.

Como todo el mundo, sabía que la situación de Venezuela es muy complicada. Después de haberla visto con mis propios ojos, no puedo más que dar un abrazo a mis amigos venezolanos y desear que el país salga de esta triste pesadilla que le han obligado a vivir.

4 comentarios en “Caracas

  1. No sé si ha sido buena idea leer este post! Si te pasa algo yo me muero. Aunque tengo q decirte un par de cosas:
    1. Qué bien escribes que me ha llegado perfectamente la angustia y el miedo de estar en Caracas.
    2. Aunque haya viajes complicados como éste, quién habrá visitado en un año tantos lugares de América del Sur como tú? 🙂 Eres una suertuda!

    Le gusta a 1 persona

    1. Prometo que ya relajamos el ritmo de los viajes full adrenalina!!
      Mil gracias por tu apoyo y por tus palabras que siempre van llenas de cariño.
      Seguimos con el reto de visitar todos los países de Sudamérica y Centroamérica… Dentro de poco más y mejor!! (si se puede 😉 )

      Me gusta

Deja un comentario